jueves, 9 de diciembre de 2010
Sevilla.
sábado, 27 de noviembre de 2010
Cadáver exquisito de noche de invierno.

Ella le sonrió como si dos años hubiesen sido décimas de segundo, con la misma calidez de la última mañana que amanecieron juntos. Había sido pura casualidad que coincidiesen en aquella parada de autobús, a los dos les quedaba a desmano y la ciudad era de paso para ambos. Él le habló de sus últimos días con la confianza del principio y ella escuchaba sin saber en qué punto había dejado las ganas de quererle.(S.M)
Y las ganas de todo que se había ido comiendo esta apatía estacional. Si había algo que soportara aún menos que la rutina era esa especie de conformismo que había sustituido a sus ardientes urgencias. Le seguía oyendo de fondo, más allá de sí misma. Se recordó hace unos años, su boca siempre descontenta, sus manos impacientes, sus temblorosas piernas.(J.L.)
No podía quitarse de la cabeza el cosquilleo que le hacía mientras le acariciaba los muslos. Su lengua recorriéndole la espalda, dibujándole una línea imaginaria, interminable. Le contestaba con monosílabos, con una frialdad que contradecía la expresión de sus ojos, pero descubrió que era imposible borrar la falta que le había hecho durante todo ese tiempo. Entonces él cogió su mano y le pidió, casi rogándole, que le acompañase. (S.M.)
Se conocía de sobra. La compasión no valía con ella. No aceptaría volver a su cama sólo por compartir soledades. Era hora de cerrar un ciclo, de despertar de nuevo su sensualidad en brazos de desconocidos. Dónde había quedado aquella mujer que le había pegado ya varios bocados al mundo y ahora había perdido el apetito. Qué había sido de ella. Él no tenía la culpa, los problemas radicaban en su antropofagia, en su hambre impulsiva que acababa con los hombres apenas los empezaba. Rebañaba instintos hasta que se saciaba, agostaba las relaciones y entonces debía volver de caza, desempolvar sus tácticas de felino. Decidió que con este ya había acabado, que había dejado de sentir. Echó un vistazo al bolso y vio que allí estaba aún su carmín rojo y el frasco de perfume de las grandes ocasiones. Salió de su apartamento, cerró la puerta inmune a sus gritos desesperados y al pasar por el espejo del rellano pasó la vista por su figura: sabía que aún despertaba muchas miradas indiscretas. Deseaba ser deseada. Volvería al bar de siempre. (J.L.)
viernes, 26 de noviembre de 2010
Ventana al fondo del patio de luces.
Te puedo ver a través de estas ventanas, sucias de desesperanza y desilusión, congeladas con los pequeños momentos que atraviesan almas heridas de amores imposibles y tortuosos, en noches de sábanas húmedas, que todavía respiran los sudores de cuerpos desconocidos, que se han dado cita para quitarme los lamentos pegados a mi piel, envejecida a través de inviernos solitarios, en apartamentos alejados del centro de esta tediosa ciudad que nunca será mi aliada.
jueves, 1 de julio de 2010
Sus principios (de eco-no-mía).
viernes, 25 de junio de 2010
Tramos de sabor agridulce.
miércoles, 23 de junio de 2010
El peso de kilómetros.
jueves, 17 de junio de 2010
Quiero.

miércoles, 16 de junio de 2010
Se nos iba la vida.

Lo triste es que vivo en un túnel si no me sujeto a tu ropa. Lo alegre es tu lengua al buscarme que en vez de saliva me trae amapolas. Lo raro es que al irse tu pelo ya no cicatriza la almohada. Normal es que cuando me miras la vida me da seis vueltas de campana. Lo feo es la piel protestando, pidiéndote todas las noches. Lo fácil sería desquererse pero ¿quién rebobina este cuento? Tu eres un beso sin rumbo y yo un corazón sin respuesta. Los dos nos quedamos sin pulso al rompernos la boca con tanta obediencia...
"Si estuvieras aquí..."
Misivas (I miss you)
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo,
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso es tan poco,
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad
Carta de amor, Julio Cortázar
Mientras tanto pienso en ti...
martes, 15 de junio de 2010
Se abre una autopista en medio del verano.
