viernes, 26 de noviembre de 2010

Ventana al fondo del patio de luces.


Te puedo ver a través de estas ventanas, sucias de desesperanza y desilusión, congeladas con los pequeños momentos que atraviesan almas heridas de amores imposibles y tortuosos, en noches de sábanas húmedas, que todavía respiran los sudores de cuerpos desconocidos, que se han dado cita para quitarme los lamentos pegados a mi piel, envejecida a través de inviernos solitarios, en apartamentos alejados del centro de esta tediosa ciudad que nunca será mi aliada.


Julia López, los caprichos de la vida bohemia.



Y yo te devuelvo una mirada oblicua que olvida momentáneamente la distancia kilómetrica de las noches desheredadas e inhóspitas, perdidas en las esquinas de tenue iluminación, abrazando el recuerdo de las pasiones perdidas y más sucias que los cristales que hoy parecen gritar por culpa de ese vaho, en constante lucha para no condensarse, que deja que los estértores de este amor curtido a base de desesperanzas y desventuras perezca en el interminable y angosto pasillo. El mismo que ahoga las palabras más poéticas que un corazón helado puede entonar a media voz, de soslayo, casi rozando la inevitable muerte.

Saila Marcos, agnosticismo de entrada.

Se me agolpan en la mente, desordenados y sin permiso, como a empujones para alzarse con el triste premio de consolación, los recuerdos de otros inviernos más acogedores aunque congelados los sentimientos y vivos los recuerdos, en ciudades lejanas de esta vieja y ajada Europa, meridionalmente diferentes, en las que nos sentíamos encendidas por la llama de mil revoluciones pendientes e inacabadas, que quisimos continuar pintando con el rojo de nuestros tiernos pero expertos labios en calles que pedían gritos de rebeldía tras el paso de años de comodidad cosmopolita. Aún quedan marcadas como a fuego las vivencias de tres damas que ahora se extrañan, por kilómetros de mar o de pasillo, se añoran en noches de alcohol con grados de más pero con grados bajo cero en los corazones.

Julia López, Berlín en sus inviernos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario