viernes, 28 de enero de 2011

Sabor añejo diluido en niebla.

Me sabe añejo, por los años pasados. Ratos compartidos desde hace tanto, de tanto en cuanto, con vosotras. Desde la ternura y la inocencia de nuestras infancias al cariño de nuestros reencuentros con la picardía de la juventud. Añejo también por el aroma desprendido por los lugares de esta noche. A jazz del de siempre entremezclado con Dire Straits, entre vinilos y saxofones, miradas de la experiencia y ritmo de cockteleras en el Herminios Jazz, primer puerto en el que varamos. Las callejuelas de detrás de la Catedral, que parecían hoy difuminadas por un hábil pintor de carboncillo, nos guiaron hasta la guarida de los años de resistencia, que parecen haberse despedido hace tiempo de la ciudad pero aguantan el tipo en pequeños huecos. El largo adiós, nunca mejor dicho. Mudas cajas registradoras sacadas de otra época, entre ojos arrugados y savia nueva, embrujan este coqueto bar. Rastas y calvas, sonrisas cansadas y miradas vehementes, bajo los ojos de los grandes de las palabras, que atentos llevan la cuenta de las cervezas de los que ya han olvidado cómo salir de allí. Un camino ya aprendido nos guía hasta el siguiente puerto, en el que es fácil encallar. Como caracoles ascendemos por su interior, rescatando en los escalones la sonrisa de algún náufrago que da ganas de tirarse al mar, para que no se ahoguen los besos en bocas como esas. Porque el nombre lo dice todo: La española cuando besa… Seguimos navegando, en un mar de extractos del de Castilla, por la cebada y las palabras, tan de la tierra, tan entrañables. Sonaba a flores de las que desatan la lengua y el brillo de los ojos y sabía a risas y a confesiones. No hay prisa, sólo iba a ser un rato. Y al final, desandar mis pasos entre el gris del invierno, con el frío cortante contra mi cara y el humo de la niebla envolviendo mis nostalgias en un leve papel de regalo. Valladolid me estaba esperando para que siguiera descubriéndola, pese a los años en ella, con ojos curiosos.

Valladolid, diciembre 2009.


Ciudades dormidas en el tiempo, que diría Lorenzo. Volver a provincias.

Miles Davis – All Blues

Vivir su vida


Hay que prestarse a los demás y darse a uno mismo.
Vivre sa vie, Jean-Luc Godard.






jueves, 27 de enero de 2011

Love burns.


La insolencia de la excesiva intimidad. Lo irreverente de las miradas táctiles. La procaz necesidad de lo carnal, el tú conmigo para que yo y el yo contigo para que tú. El atrevimiento de lo que no necesita de permisos.



Dos personas en una cama: claustrofobia y agorafobia al mismo tiempo.
Nine Songs, Michael Winterbottom.

El análisis de nueve orgasmos entre nueve conciertos, de sexo explícito, cotidiano y sin guión, aunque sea desde la perspectiva de los estudios fílmicos y con una distancia académica y teórica, me parece de lo más excitante de este nuevo cuatrimestre.

miércoles, 26 de enero de 2011

Todas las ciudades.





Hay tardes de invierno en las que piensas que todas las ciudades son una. Que los cines siguen vivos, que queremos seguir pagando -lo razonable- por viajar sentados en la butaca del Cine Doré. Que Entre dos aguas te va a emocionar en Oviedo, Barcelona o Sevilla, que los amores incompletos son los únicos que pueden ser románticos si la sangre hierve allí donde vayas, que Woody Allen puede conocer el concepto España aunque Vicky y Cristina sólo sean las típicas "turistas de postal". Hay días de sol de enero en los que Lavapiés se viste de corralas de ropa tendida y luces encendidas desde la azotea de un edificio de capas de ladrillo anacrónicas en las que el gas no prende y los cigarrillos los consume el viento helado. Hay momentos en los que te topas sin querer con Berlín en Embajadores, con la Tacheles en Madrid o con todo el mundo dentro de una gran fábrica desvencijada y crees que quizá al ser humano aún le quede una fachada sin lucir, desnuda, en la que perviven gestos de altruismo y solidaridad. Te pierdes en recovecos de mil pequeñas iniciativas de más cultura popular, del pueblo para el pueblo, sin dueños ni inversiones, y crees que lo desbaratado conserva mejor ese sabor genuino (a viejo) de lo que no ha querido ponerse precio.

Y entonces subes hasta Atocha, te sientas en el tren que acerca las lejanías de la periferia y piensas que Madrid es todas las ciudades.


lunes, 17 de enero de 2011





Quique Gonzalez – Personal

Es personal, no te voy a mentir.
No te voy a mentir porque me sabes demasiado. Porque ya me encargo yo de que mis frases me desnuden, para que no tengas ni que molestarte en buscarme cremalleras y botones. No voy a mentirme, porque nunca he sabido de hipocresía para conmigo misma. No he cambiado los sudores de las sábanas, no me he atrevido a tirar los telegramas que me pegabas en la ventana, mis libros aún se duelen de las marcas de tus mañanas.

lunes, 10 de enero de 2011

Decisión.

De repente las cosas cambian. Lo perfecto ahora es lo prohibido. Café y cigarro, copa en la mano izquierda y Camel en la derecha. Smoking points o "¿salimos a fumar un cigarro?". Todo lo que empezó por unos pitillos en aquel pasillo duró muchas caladas. Nicotina contra la soledad y contra el frío del invierno. ¿Y ahora...? Qué paradoja. Casi impuestos vuelven el frío, el invierno y la soledad. Y yo no he podido ni decidir. No voy a dejar de fumar, este año no. Me da igual que me haga daño. De lo otro también me advirtieron, pero era más placentero seguir fumando.

Al lugar donde has sido feliz...


Elogio de lo irreparable

Sé involuntaria. Sé febril. Olvida
sobre la cama hasta tu propio idioma.
No pidas. No preguntes. Arrebata y exige.
Sé una perra. Sé una alimaña.

Resuella busca abrasa brama gime.
Atérrate, mete la mano en el abismo.
Remueve tu deseo como una herida fresca.
Piensa o musita o grita «¡Venganza!»

Sé una perdida, mi amor, una perdida.
En el amor no existe
lo verdadero sin lo irreparable.

Félix Grande