miércoles, 23 de junio de 2010

El peso de kilómetros.

Avanzo a tientas,
dubitativa,
porque me pesan a diario,
como piedras,
los kilómetros
el calendario
la falta, las ganas
los tambaleos sin tu saliva.

Con la necesidad,
siempre urgente,
de agarrarme a tangibles.
Por si resbalo sin tu boca
y me arrastro
por instinto, por instantes
o tropiezo si no me tocas
te pierdo al norte
y la orientación.

Verdades, certezas,
porque sí,
el suelo aquí,
pero lunas, cervezas
y allá, volando,
mi cabeza.

Ante la ausencia,
suelto lastre,
busco una panorámica,
el camino, la historia,
desde las alturas
de todoesto,
por si me falla la memoria.

No manejo la fe
aunque no sobrevivo sin creer,
cómo cualquiera,
en todo lo invisible.
Las distancias se me clavan
y me escuecen al contacto
con las preguntas
de la almohada
pero cuando otras bocas me sugieren
yo recuerdo, suspensivo,
un temblor, tu tacto,
y todo lo insustituible.


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