sábado, 16 de abril de 2011

Reconciliación.

Una cabeza en constante ebullición, en continua pelea entre un consciente demasiado exigente y subconsciente muy suyo, un interior lleno de magulladuras...sólo encuentra refugio en efímeros momentos en lugares de paso. Siempre me han gustado los lugares de paso, las estaciones de paso, las edades de paso. Al fin y al cabo son momentos de insegura seguridad, en los que las exigencias no pueden ser inmediatas, en los que estás a salvo porque aún no has llegado, aún no eres lo que "tienes que" ser, en los que aún no es nada definitivo. Hoy, al despertar en esta cama que no sé si es la mía u otra de paso, he pensado en esta incertidumbre que me revuelve a diario últimamente, acabando con cualquier tipo de paz interior, como una tormenta de verano a la que sólo sobreviven los cimientos de mi Yo. He pensado que Valladolid sólo me da calma en estaciones de paso, en su otoño más lleno de niebla y en su primavera más florecida; en lugares de paso de bares que me sacan muchos años y muchas reflexiones. Por eso, voy a salir a la calle, a reconciliarme conmigo al olor de una café, en El Minuto o El Penicilino, que son bálsamo contra los pasos mal dados, trastabillados, los tropiezos acumulados, en esta ciudad que me recoge cuando ya ha amainado la tormenta.

* Foto: Pasaje Gutiérrez, Valladolid. De paso.

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