miércoles, 16 de febrero de 2011

La pequeña primavera de febrero.

"...- El cielo, sobre todo el cielo- le respondió aquella misma tarde, cuando se le ocurrió preguntárselo por fin y le escuchó enhebrar un argumento tras otro sin vacilar, como si hubiera dedicado cada día de los últimos treinta y siete años de su vida a memorizar en secreto aquella lección-. La luz de las mañanas de invierno, ese aire fino, tan seco que te corta la cara y te despierta por dentro. El agua del grifo, que sabe mejor aquí que el agua mineral de cualquier otra parte. La primavera de febrero, aunque siempre sea tan corta, y tan tramposa, aunque no dure nada, diez días, como mucho quince, pero esa alegría de salir a la calle a tomar el sol, sin paraguas, sin abrigo y las aceras de repente llenas de terrazas, como si el destino hubiera decidido perdonarnos el frío sin motivo...-la miró, sonrió, movió la cabeza como si ni siquera él estuviera seguro de lo que iba a decir-.
Me he acordado mucho de los febreros de Madrid, ¿sabes?..."

Cuando vuelve la lluvia ya te has acostumbrado otra vez al calor.

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